La hora de la fiebre

Cuesta abrir los ojos del paraíso onírico cada mañana, y pelear con una misma haciendo la gimnasia del autoconvencimiento: Este será un gran día , ESTE SERÁ UN GRAN DÍA!!!!
Aunque hay dias que me cuesta menos que otros, la lucha es fuerte y es mucha, pero una vez arrastrado mi cuerpo a la parada de colectivo todo parece cambiar innevitablemente. El aire, la gente, la empatía, el saber que muchos despertaron igual de luchados que yo.Eso no es problema, porque después la rutina manda y una se vuelve una especie de hoja arrastrada por un fuerte viento diario.
Pero al regreso, después de la siesta de una hora en ese asiento individual encima de la rueda trasera del colectivo y los sobresaltos mechados con saliva en las comisuras, después de esa felicidad de estar finalmente en ese hogar que dejé 12 hs atras , unas veces perfecto, otras tantas desordenado, con platos sucios esperandome y luego de enbarullarme con todas las luces prendidas, y cada artefacto luminoso con señal que me cuente historias, JUSTO AHI llega lahora de la fiebre. Cuando mi cuerpo varia abruptamente su temperatura y baja sus defensas espirituales y por una odiosa razón se acuerda de todo lo que le hace falta aunque ya haya trabajado MUCHO por buscar esa llenura.
A esa la llamo "la hora injusta", la hora donde se abren las heridas, donde mi involución es grave, donde lucho a cachetazos para irme a dormir feliz y balanceada, contandome la REALIDAD, donde me recuerdo que en este ring no tiro la toalla nunca.
A veces llego a odiar ese ahogo, esas lágrimas de niña infeliz porque el mundo no se mueve a su música, en lugar de bailar al son que le es tocado.
Ahi, en ese momento, es cuando extraño a ese nadie que trata de existir en mi corazón, cuando aborrezco cada cosa que debería amar, cuando me quejo porque si, cuando me invento problemas. La hora de la fiebre no son todas las horas, ni todos los dias es simplemente mi momento para ser tonta, para llorar en lugar de hacer, de cansarme de escucharme decir una y otra vez la mísma cantaleta de estupideces cual esposa insoportable.Pero llega el ibuprofeno que calma esa fiebre, donde la música empieza a sonar despacito hasta llenar mi corazón, y donde todo autodesprecio termina en un abrazo hasta que me calmo y me quedo dormida soñando con esos paraísos por conquistar

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