-Me ahogué en un vaso con agua...-contesté
-¿Como es eso? ¿como que te ahogaste en un vaso con agua? ¡si tu cabeza no entra en un vaso!
-Si, me ahogue , lo que pasa es que era un gran vaso con agua, toda una vida-
No, no se bucear y de hecho me molesta cuando el agua entra a mi nariz y soy demasiado maricona que no soporto dejar de respirar mucho tiempo. Pero el caso es que casi pierdo la vida dentro de ese vaso "durax" de 220 cm3 donde incómodamente se apilaron uno a uno mis fantasmas y me llevaron consigo. No se bien que fue lo que pasó, pero algo así como la ruptura de la línea del espacio y el tiempo que enfrentadas me recordaron que ayer no era hoy y viceversa.
Creo que la lucha mas dura para el ser humano es la que se desata con uno/a mismo, ese duelo fervoroso de dos potencias contradictorias en un mismo cuerpo. En este caso me tocó enfrentar a mi otro yo más salvaje, el más difícil , el mas cabeza dura : mi yo adolescente.
Cabe aclarar que dejé la adolescencia hace muchos años ya y que si bien mi edad superó el rango de padecer estos problemas, nunca maduró y me vi obligada a calzarme el viejo guardapolvo e ir a rendir viejos exámenes previos. No es extraño que haya sido así a esta altura de mi vida, de este lado de mi historia, teniendo en cuenta que hace ya mucho tiempo, decidí abandonar el jardín del que me veía incapacitada de cuidar, y huí, creyendo que todo lo que había dejado abandonado desaparecería por arte de magia.
No es difícil irse, lo complicado es volver, y así fue. Siete años atrás jugué a ser grande y a vivir una aventura de tallos verdes e inseguro futuro con una determinación igual de verde de demostrarle no se a quien que cosa. Jugué a buscar un destino, determinando que un grupo de desconocidos serían más amigos que mis amigos, que un trabajo desagradable y mal pago era necesario para construir un mundo nuevo en tierras vírgenes, que mis mochilas iban a descargarse rápidamente de todo ese pasado que me atormentaba, que un pueblerino analógico iba a ser mi amor y mi rescate y que mi vida sería un estreno y no la continuación del capítulo veinte de una larga saga.Pero todo cambio tiene un precio y un "hacerse cargo".
No me voy a demorar en contar todo lo sucedido en ese plazo, sino más bien, en el porque me vi nadando hoy en ese vaso. En realidad no pretendo hacer de esto una biografía, sino una reflexión.Esto sin contar que no es necesario aclarar que lo que escribo me interesa sólo a mi, el resto puede perder o ganar el tiempo leyéndolo, yo solo espero que no me busquen con la C.I.A. por haberles quitado el tiempo, no pienso pagar un céntimo en devolverlos, sepánselo. El caso es que una vez de regreso, una desarma su valija y mientras cuelga la ropa en el viejo hogar comienza a encontrarse con grandes y pequeñas cajitas llenas de polvo donde se fueron agrupando uno a uno los fantasmas que dejamos atrás. Imagínense a un escalador que se aventuró a escalar el Everest y descendió con infinidad de medallas y aplausos y luego, al regresar, muere de un paro cardíaco asustado por los ladridos del caniche toy de su madre. ¿Se entendió?, bueno, algo así.
Una vez me contaron un cuento muy famoso de un elefante que se crió en un circo y que durante muchos años fue atado a una cuerda, y mientras iba creciendo, en su naturaleza de ser libre, tiraba a diario de esa cuerda para poder escapar.Un día, vencido por las enormes heridas del roce de la cuerda, dejó de tirar.
Pasaron los años y el paquidermo llego a tener grandes dimensiones y a pesar toneladas.Los visitantes del circo cada vez que pasaban a su lado se preguntaban como podía ser que semejante animal este sujeto a un cordel tan débil. Y he aquí LA RESPUESTA: las viejas ataduras del pasado, nos someten en nuestras dimensiones mentales, no en las reales.
No quiero con esto convertirme en predicadora de buenas nuevas, simplemente lo recuerdo y ME lo recuerdo para poder explicar mi estado, donde vivo aún, sometida a esas frustraciones que dejé antes de irme, a esas cosas que "adolezco" aún y que no van a maduran en tanto y en cuanto las enfrente, que las cosas cambiaron y vengo que escalar mi Everest durante 7 años y que Eugenia tiene razón: NO entro dentro de un vaso...